Por un feminismo de las mayorías y en el Estado
El alcance del Estado para cambiar las relaciones de poder es definitivamente más profundo de lo que a muchos les gustaría admitir.
Guadalajara, Jal. — Dice Nancy Fraser, en muchos de sus ensayos recientes, que el feminismo ha sido cooptado por el neoliberalismo. Al igual que muchos movimientos sociales que buscan la emancipación y acabar con las estructuras de poder, en la época de mayor desarrollo del neoliberalismo, éste ha logrado adaptar ciertas demandas y resolverlas de forma superficial bajo dicho sistema.
Eso que se ha llamado como las “políticas de identidad”, haciendo referencia a demandas de movimientos sociales que terminan siendo tratadas como demandas de mercado. Un claro ejemplo es la reciente apertura y aceptación a la diversidad sexual por parte de empresas transnacionales. El objetivo es claro, se abren los espacios para ampliar el consumo. En cierto sentido no es una mala medida, este tipo de acciones promueven culturalmente la aceptación de las personas de la diversidad sexual en las sociedades, pero no terminan por acabar con las grandes problemáticas estructurales que enfrentan como la pobreza, la falta de representación política y la restricción de sus derechos.
Pasa igual con el feminismo. La lucha feminista ha tenido gran auge en los últimos años, gracias a esto hemos logrado conquistar algunos espacios, sin embargo la situación de las mujeres a nivel mundial es ampliamente desigual.
En México, la lucha feminista ha tenido sus altos y bajos. En la mayoría de los estados del país el retraso de desarrollo para las mujeres y la desigualdad que afrontan son bastante notorios. En parte porque la desigualdad que existe no se limita sólo a términos de género sino que también abarca su clase y raza (entre otras más).
En este sentido, la reflexión sobre Nancy Fraser y otras feministas se hace más pertinente en nuestro país. ¿Está realmente alcanzando la lucha feminista a todas las mujeres en México? ¿Estamos ampliando la lucha por derechos y por la justicia social a todos los ámbitos y diversidades que hay en el país? ¿Se ha logrado propiciar la organización en torno a nuestras luchas para conquistar nuestros derechos?
Ante estas incógnitas es importante replantear los términos del feminismo que han alcanzado mayor notoriedad en el discurso, y esos son los del feminismo que responde más a las demandas del sector privilegiado antes que el de las mayorías. No es que no exista un feminismo que abogue por la redistribución de la riqueza, la igualdad racial o que combata el colonialismo, existe y combate, pero hay que reconocer que el feminismo que ha logrado una mayor cantidad de espacios en el discurso y que ha generado “victorias” ha sido el del privilegio, ese feminismo que resulta más cómodo para el sistema neoliberal, ya que no plantea modificaciones estructurales.
En la entrevista “El gato populista salto de la caja” por Bhaskar Sunkara, en la que se entrevista a Nancy Fraser, lo expone muy claro:
“Mi opinión es que las victorias del feminismo, como las de otros movimientos progresistas, al menos hasta este momento, tienen más que ver con un cambio de conciencias que con la creación de estructuras, instituciones y prácticas capaces de cambiar realmente la vida de la mayoría de las personas”.
Por ello considero importante dos cosas. Una es reforzar el feminismo y los movimientos de mayorías, con ello me refiero a que las luchas populares pueden aportar mucho en la articulación del movimiento feminista y su construcción desde abajo.
Y lo segundo, y más importante, es reivindicar la importancia de conquistar el Estado. En un país como México y en el contexto actual, la violencia y la fragmentación social nos presentan uno de los retos más difíciles para lograr acabar con las desigualdades, esto no sólo se limita al papel de las mujeres sino que debe abarcar las estructuras de poder que atraviesan.
El alcance del Estado para cambiar las relaciones de poder es definitivamente más profundo de lo que a muchos les gustaría admitir, en este tenor fortalecer a un Estado que pretenda la igualdad en todos los sentidos sería una conquista de los y las oprimidos, y sobre todo, ensanchar sus capacidades para el beneficio de las mayorías significa desmantelar una gran parte del sistema neoliberal.