Mujeres, comunidad y resistencia
La participación de las mujeres en Juanacatlán ha significado el poder de transformar y potencializar la responsabilidad y el compromiso con la comunidad.
Guadalajara, Jal. — Desde que comenzó la movilización contra el proyecto de la termoélectrica en Juanacatlán, las mujeres han sido el elemento detonante para visibilizar la lucha, combatir la problemática socioambiental del territorio y funcionar como una red de enlace para la ejecución de las acciones en su defensa.
La grave crisis de salud que viven las personas que habitan la cuenca del río Santiago, en especial las y los habitantes de El Salto y Juanacatlán ha sido ocasionada principalmente por los residuos tóxicos que vierten al río Santiago sin medida empresas del corredor industrial de El Salto desde hace aproximadamente 40 años. Las y los habitantes han vivido décadas en un territorio sacrificado, escuchando una y otra vez promesas de recuperación y saneamiento, políticos y empresarios siempre argumentando los beneficios del “progreso”.
Juanacatlán “Xonacatla” pueblo originario, ocupado por indígenas Cocas y que después de la conquista se convirtió en tierra de agricultores y comerciantes, ha sido a lo largo de su historia una comunidad resiliente. Quizás, sin saberlo, se han adaptado a vivir bajo las consecuencias de las malas decisiones y las graves omisiones de las autoridades. Y así, habitar un territorio en constante deterioro ambiental. Las personas de El Salto y Juanacatlán se han ido olvidando del derecho primordial a la salud y a un medio ambiente sano, soportando olores nauseabundos, sufriendo el deterioro de su salud y arriesgando sus vidas.
En 2019, se reveló un estudio que realizó la Dra. Gabriela Domínguez de la Universidad Autónoma de San Luís Potosí en 2009 por encargo de la Comisión Estatal del Agua para articular el proyecto de la presa de Arcediano. Al conocer los resultados el Gobierno de Jalisco en 2010, decidió ocultarlo; en este estudio se dan a conocer datos importantes sobre la cantidad de metales pesados altamente tóxicos (mercurio, cadmio, arsénico y benceno), entre otros, que se encontraron en la sangre de 330 niñas y niños muestreados en El Salto, Juanacatlán y Puente Grande. Es tan infame como increíble y maquiavélico pensar en el ocultamiento de esta información tan importante para la salud y la vida de los que ahora son jóvenes y pudieron haber evitado o tratado a tiempo enfermedades a causa de estos agentes tóxicos en su cuerpo.
Es indignante reconocer que todos estos años se ha estado lucrando con la salud de un pueblo y que además de las afectaciones al ecosistema y al medio ambiente ni el gobierno ni las empresas responden a las exigencias de un pueblo -literalmente envenenado- por la industria en complicidad con el Estado. El gobierno de Jalisco no ha empezado a atender lo urgente ni a desarrollar un plan de emergencia sanitaria, tampoco se ha tomado en cuenta la participación de las y los habitantes ni se ha logrado una solución real para el saneamiento del río Santiago y el rescate del territorio. Es impresionante el nivel de cinismo por parte de las autoridades, que en lugar de actuar en consecuencia y atender a los enfermos y reparar algo de lo mucho que han lastimado al territorio, ahora quieran promocionar y vender al municipio de El Salto como “Ciudad Industrial”. Parece broma, pero no lo es. Parece historia de terror, sí lo es.
Son las mujeres quienes lideran este movimiento y se pronuncian tajantemente ante la devastación del territorio. Exigen la declaratoria de emergencia ambiental y sanitaria; gestionan, sin tener respuestas aún, la apertura de varios centros de especialidades en el territorio, donde se atiendan prioritariamente los casos de insuficiencia renal, cáncer y las enfermedades cardio-respiratorias de la población.
La resistencia en Juanacatlán se ha gestado genuinamente de manera colectiva y ha tomado fuerza gracias al apoyo de todas las mujeres que han alzado su voz hoy para exigir justicia por el bien de todas y todos. La lucha es por la salud y la vida.