La revolución será ecológica y feminista
En estos tiempos el acto más revolucionario es el amor.
Guadalajara, Jal. — Vendana Shiva, premio Nobel Alternativo, inspirada por personajes como Einstein o Gandhi, física nuclear, filósofa y activista ambiental india defiende la ecología como parte inseparable de los derechos humanos y cree que la única alternativa al brutal capitalismo está basada en el amor y en la no-violencia.
Sólo la ecología puede parar las guerras -sonríe-, porque las guerras se hacen por recursos naturales: petróleo, minerales, agua… Y si alguien no respeta la tierra, la naturaleza, tampoco puede respetar los derechos humanos. Vendana Shiva
En este sentido y con la creciente ola de violencia, los feminicidios y los asesinatos de activistas ambientales, defensoras y defensores de los territorios explotados en México, durante la última década, sabemos que ha iniciado ya la lucha por defender los derechos humanos, los recursos naturales y la vida.
Medio ambiente y feminismo: la unión de estas dos causas sugiere, entonces, que los movimientos crezcan y tomen más fuerza y, con ello, visibilizar exponencialmente los casos de despojo, la grave explotación de los recursos naturales y la constante violación a los derechos humanos, especialmente los de niñas, niños y mujeres; las insostenibles muertes de mujeres, sumando como víctimas invisibles de feminicidio, todas las mujeres indígenas defensoras de la tierra. Lo anterior ha sido ocasionado por un “sistema machista”, estructurado por diversas formas de corrupción y en el que reina la impunidad.
Desde el amor, el amor por los seres vivos, por los seres humanos; el amor y el respeto a la Madre Tierra es la primera consigna para enfrentar el abuso, restablecer políticas públicas que nos permitan vivir, a todas y a todos en el mismo espacio libre de violencia.
Con la creación estratégica de nuevas formas de organización, nuevas formas de coexistir, nuevas formas de aprendernos y deconstruirnos como sociedad; las mujeres son el elemento clave, el movimiento más genuino ante la indignación y la frustración de lo que representa un sistema obsoleto que durante siglos ha silenciado y violentado a las mujeres. Y en el caso de las y los activistas ambientales que se han visto en la difícil tarea de resistir, junto con sus territorios y sus pueblos, a las amenazas depredadoras del mismo sistema, que mucho se asemejan a la injusticia que representa la resistencia del feminismo y que han sido gestadas, también, desde un patriarcado que solapa al “falso progreso”.
México y el mundo atraviesan por una encrucijada que no se verá sorteada si no participamos y compartimos en lo colectivo, con ideas y acciones reales, pero sobre todo, si no repensamos y replanteamos nuestras formas de relacionarnos desde lo individual para entender, empatizar y defender estas dos causas. Falta tiempo para lograr que las cosas cambien, pero en 2020 la revolución ya comenzó.