Alfredo Ruvalcaba: la resistencia punk del Cultural
Por Daniela Herrera
Alfredo tiene el cabello oscuro y corto, aunque hace unos ayeres se le recordaba con una cascada negra cayendo sobre su pecho y espalda. Lleva los párpados ahumados, delineados, su indumentaria refleja el boom de los movimientos contraculturales en Guadalajara, en México: un pintor gótico punk, se hace llamar Alfredo Ruvalcaba.
En la esquina, a tres pasillos improvisados del inicio de la Plaza Juárez, en Guadalajara; justo enfrente del parque Agua Azul, se encuentra el puesto de aquel pintor cuyo concepto de arte incomprendido no encuentra lugar más cómodo que ese, el Cultural.
Unos cuantos tablones, fierros y una lona simulan la galería urbana, de aproximadamente cuatro metros cuadrados, en donde cada sábado durante más de veinte de sus 47 años, ha expuesto sus propuestas artísticas. Dice, para reflejar la vida cotidiana; la religión, el amor y lo que sucede en la ciudad a partir de él, su percepción de mundo, pero sobre todo, reflejar la época en que está viviendo, en su momento respectivo.
“La pintura urbana es recinto de la época que he vivido porque abarca todos los temas”, menciona con voz clara, tenue, la cual se escucha durante poco tiempo después de recibir una pregunta. Puntualiza cada una de sus frases, habla poco.
Tras la fundación del Tianguis Cultural de Guadalajara en 1995, ubicado principalmente en el Jardín del Carmen, se le hizo la invitación para ser parte del colectivo de artistas que comenzó con 14 expositores en busca de reconocimiento a sus obras independientes.
“Cuando se inauguró el Cultural, se me hizo súper chido el proyecto para participar en él”, explica Alfredo, pues asegura, se le daba la oportunidad de exponer su trabajo, sin atenerse a que le dieran fecha en una galería. Fue así como se profesionalizó su oficio de pintor, aunque pinta desde la secundaria. Ha expuesto en la Secretaría de Cultura, el Museo de las artes de Guadalajara, y comenta que además, la Universidad de Guadalajara cuenta con obras de su autoría.
Cuenta cabizbajo que no toda la sociedad hace apología de su arte. Ha sido rechazado en algunas galerías porque “se sacan de onda” con su trabajo, pues no cumple con los parámetros, y establece una ruptura en ellos.
Además de la pintura, Alfredo maneja el arte objeto encaminado a lo conceptual, gusta de la fotografía y hace esculturas. Cada semana arma una temática nueva y prepara una exposición con una o dos obras nuevas y de este modo, hacer rotación con los trabajos viejos: Alguien me dice “es algo titánico y casi casi imposible”, pero este método lo he empleado desde que llegué y mira.
Tras las varias crisis de desalojo, la incertidumbre persiste entre el proyecto viejo del Cultural y en lo que ahora se ha convertido: un espacio de venta en donde encuentras de todo, sin necesidad de tratarse de arte…pero para Alfredo, el único pintor del recinto que queda desde su fundación, significa algo más.
Para el pintor gótico punk, sigue siendo una piedra angular en la que ha vivido el amor, el desamor, la trayectoria: su pasión. El Cultural sigue siendo para él, aquel lienzo para exponer desde las vísceras la lucha por permanecer en el universo contracultural artístico que hasta ahora le ha dado vida, en ese mismo lugar.
“Es como en Europa, que salen los artistas a las calles, toman la plaza y empiezan a pintar”…